22.10.08

Ana Beatriz Magno, Candelaria: la tragedia continua

 Ha hecho reportajes de todo tipo. En 2001, asistió becada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) al Taller de Cobertura Periódica de Temas Sociales. Ganó el Premio Rey de España, mención de honor del premio Vladimir Herzog, el Premio Esso y el Premio OK, el Premio Grande Midia da Paz,

 Sobre su trabajo, ella y su equipo periodístico, después de siete años va tras la pista, en las favelas mas peligrosas de todo Brasil, de los niños que ya crecieron y fueron víctimas de la masacre de Candelaria, muchos murieron, muchos están desaparecidos y algunos más siguen aún vivos. En tres entregas detalla que fue de sus vidas.

 La matanza se originó porque Come Gato –líder del grupo de los niños de la calle-quien se refugiaba en la Candelaria, no pagó a la policía por la venta de cocaína y una  grabadora robados, ya que ellos cobraban su comisión. Los niños que dormían a su lado, corrían, gritaban, en total los asesinados fueron ocho. Pese al miedo, los niños denunciaron, fueron intimidados y hasta un exiliado hubo.

 A medida que avanza, expone la vida de cada uno de los niños –vivos, muertos, desaparecidos- como cada uno de ellos espera morir,  no esperan nada de la vida ya que saben que nada va a cambiar van a morir o los van a matar, esa es la ley de la calle. La matanza no fue lo que acabó con sus vidas, fue lo que el gobierno hizo para protegerlos, la segunda generación de Candelaria está en marcha, niños de la calle con sida, prostituidos, travestis, la falta de oportunidades. 

2 comentarios:

UCSG dijo...

Una historia conmovedora. ME gustaría un vínculo que me lleve al artículo completo pues me quedaron muchas preguntas en el aire. EN todo caso, el comentario sensibiliza al lector y nos presenta una realidad que se repite en todos los países de América de latina o países en desarrollo

TheNowhereGirl_ dijo...

Todavía me cuesta creer que exista este tipo de corrupción. Que la policía cobre comisión a cuesta de la venta de drogas que realizan los niños en este sector de Brasil es algo desagradable.
A pesar de que esto es algo que se ve en toda latinoamérica, cuesta creer que las personas se hagan las ciegas y que nadie haga nada.